sábado, 10 de noviembre de 2012

A.


Cuando entró y se sentó en el aula,  dijo algo a la profesora: “Perdón” (o algo así). Ese fue el momento. Cómo caminaba, lo que llevaba abajo del brazo, el peso de su cuerpo contra el banco. Revivo los sonidos: El movimiento de la madera, el cierre de la mochila abriéndose, la voz. Me gustó su voz más que nada,  y cómo hablaba, como pensando cada una de las palabras. Me acuerdo de ese ego inevitable y de cómo me iba atrapando a medida que pronunciaba cada letra detrás de la otra. Me miraba. Era viernes. Ese fue el momento.

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